"No creo en la Psicología"
"No creo en la psicología": una invitación a repensar desde la experiencia
Escuchamos con frecuencia frases como "yo no creo en la psicología", como si estuviéramos hablando de una religión, de un dogma o de una cuestión de fe. Pero la psicología no necesita ser “creída”. La psicología, como disciplina y como práctica clínica, se basa en décadas de estudio, observación, investigación y trabajo con personas reales, atravesando situaciones reales.
Ir al psicólogo no implica adherir a una ideología, ni sumarse a una secta de autoayuda. Tampoco es un acto de debilidad ni un lujo reservado para quienes "no pueden solos". Es, en muchos casos, una forma responsable de hacerse cargo de lo que a uno le pasa. Porque vivir puede ser difícil. Porque hay momentos en los que el malestar psíquico no se resuelve con fuerza de voluntad ni con consejos bienintencionados. Y ahí es donde el espacio terapéutico puede hacer una diferencia enorme.
Tampoco se trata de convencer a nadie. No hay un proselitismo en juego. No estamos predicando una verdad revelada. Los psicólogos trabajamos con herramientas clínicas, con escucha, con teoría, con ética. Pero sobre todo, con personas. Con sus miedos, sus enojos, sus pérdidas, sus síntomas, sus historias. No es magia. No es sugestión. Es trabajo.
Hoy, personalmente, arranqué un nuevo proceso terapéutico. Porque como indica nuestro Código de Ética profesional, se espera que los psicólogos también hagamos terapia. No solo por cuidado personal, sino porque sabemos —desde adentro— que la implicación subjetiva, el autoconocimiento y el trabajo sobre uno mismo no se improvisan.
Podés no estar del todo convencido. Podés tener tus reparos. Pero si algo duele, si algo pesa, si algo te desborda, saber que hay un lugar donde eso puede ser escuchado y trabajado, puede marcar una diferencia. A veces, lo más transformador no es tener todas las respuestas, sino permitirse empezar a hacer las preguntas correctas.
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