El arte de Escuchar
Escuchar de verdad
Vivimos en un mundo acelerado. Contestamos mientras miramos el celular, asentimos mientras pensamos en otra cosa, respondemos antes de que el otro termine de hablar. Pero hay algo profundamente reparador en ser escuchado de verdad. No corregido. No interrumpido. No juzgado. Escuchado.
Hay personas que no necesitan consejos, ni soluciones, ni frases hechas. Necesitan hablar. Poner en palabras lo que les pesa. Ordenar lo que sienten. Y en ese momento, lo que más puede aliviar no es una respuesta brillante, sino una presencia atenta. Alguien que se quede ahí, con ellas, en silencio si hace falta, acompañando.
Escuchar es un acto humilde. Es correrse un poco del centro para hacerle lugar al otro. Es una forma de decirle: “Lo que te pasa me importa”. No se trata de tener todas las respuestas, sino de ofrecer un espacio donde lo que el otro dice pueda desplegarse sin apuro, sin miedo, sin presión.
Todos necesitamos eso, en algún momento. Que nos escuchen sin apurarnos, sin analizarnos, sin querer que estemos mejor ya. Y todos podemos ser eso para alguien: un oído abierto, una pausa, una presencia que sostiene.
Porque a veces, escuchar de verdad, puede ser un gesto tan simple como profundamente trasformador
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