¿Creemos o jugamos a creer?
Vattimo y la fe como simulacro: ¿Creemos o jugamos a creer?
Por Bruno Casiello
En Creer que se cree, Gianni Vattimo propone una tesis que resulta tan provocadora como incómoda: gran parte de los creyentes modernos no creen en Dios… pero creen que creen. Y eso —dice— puede no ser un problema.
“La fe como fe verdadera, sólida, ingenua, no parece ya posible. Pero se puede seguir creyendo que se cree”, escribe Vattimo. Esta frase no es una excusa posmoderna para relativizarlo todo, sino un reconocimiento de una experiencia contemporánea real: muchas personas ya no pueden sostener una fe “fuerte” porque viven en un mundo marcado por la secularización, la crítica y la sospecha. Sin embargo, no renuncian del todo a la religiosidad. Persisten en una forma de fe débil, casi performativa, incluso estética.
Vattimo lo dice sin rodeos: “No es necesario que se crea en Dios para que la religión siga teniendo sentido”. Esta afirmación dinamita la teología tradicional, pero también nos obliga a pensar qué queda del cristianismo (o de cualquier otra fe) una vez que se ha disuelto la pretensión de verdad objetiva. ¿Una ética? ¿Un gesto cultural? ¿Una nostalgia organizada?
Lo más inquietante del texto es que no intenta restaurar la fe, sino justificar su vaciamiento. Vattimo no cree que la modernidad haya traído una pérdida de sentido, sino más bien una “oportunidad de desdogmatizar la espiritualidad”. Y en este movimiento, rescata lo que considera el núcleo del mensaje cristiano: la caridad. Pero una caridad desligada del mandato divino, sin cielo ni infierno, sin verdad revelada ni autoridad eclesial. “Dios se despoja de su poder para hacerse amor”, dice. Esa renuncia divina justifica, para Vattimo, una religión sin poder, sin dogma y sin miedo.
¿Pero qué pasa cuando la fe ya no implica verdad, ni compromiso ontológico, ni siquiera certeza íntima? ¿No se convierte en un simulacro que se justifica a sí mismo en su mera utilidad afectiva o cultural? ¿No estamos hablando, como sugiere el título, de una especie de placebo metafísico?
Vattimo no lo niega. Y quizás por eso su propuesta resulta tan potente como desconcertante: no es un llamado a volver a creer, sino a aceptar la creencia como una forma débil de habitar el mundo. Una fe sin garantías, sin fundamentos, sin Dios —al menos no un Dios que exija algo más que un gesto simbólico.
¿Es esto honestidad intelectual o el fin de lo sagrado? ¿Una ética posmoderna o una claudicación del pensamiento religioso? Como buen provocador, Vattimo no responde: sugiere, incomoda, empuja. Y quizá eso sea, al fin y al cabo, lo más parecido a una “revelación” que nos queda.
Bibliografía recomendada
Vattimo, G. (1996). Credere di credere. Milán: Garzanti.
(Traducción al español: Creer que se cree, Paidós, 1998).
Vattimo, G. & Zabala, S. (2004). Más allá de la interpretación. El significado de la hermenéutica para la filosofía. Paidós.
Vattimo, G. (1999). Después de la cristiandad. Paidós.
Vattimo, G. (2002). El futuro de la religión. En diálogo con Richard Rorty, compilado por Santiago Zabala. Herder.
Caputo, J. D. (2002). La religión de Jacques Derrida. Trotta. (Complemento útil para pensar el marco en que se inscribe la “fe débil”).
Comentarios
Publicar un comentario